Tratar con nuestros clientes es una de las partes más importantes de nuestro trabajo. Hay que tener en cuenta que ese trato va desde antes de afianzar una venta hasta mucho después de realizar el trabajo o prestar el servicio. Durante todo ese tiempo, debemos intentar no pasar ciertas líneas rojas que lo único que podrían hacer es perjudicar nuestra reputación y a nuestra empresa.
Puede ser muy suculento engañar y mentir en cuanto a nuestro servicio para poder conseguir una compra, pero ya sabemos que los engaños y las mentiras pocas veces terminan bien, y en el trabajo menos. Es posible que puedas conseguir ventas así, pero el cliente, al darse cuenta del engaño, no volverá jamás. Además, el boca a boca que realizará de nuestra empresa será pésimo.
No hay nada que de peor mala imagen a un negocio que las mentiras y los clientes que se han sentido mentidos y estafados. Así que siempre prioriza la honestidad, aunque eso te limite en tu discurso.
Aunque lo cierto es que el tono cercano siempre hace que las negociaciones y ventas sean más agradables, hay que intentar no pasar una línea. Nuestros clientes no son nuestros amigos. No es bueno sonar arrogante y dominante, pero tampoco es bueno tener un discurso excesivamente cercano y forzado. Nunca jamás hagas preguntas personales, ni para romper el hielo. Es mejor escuchar lo que ellos quieran decirnos y ceñirnos únicamente al campo laboral.
A medida que la relación cliente-empresa avanza, es posible que la cercanía sea mayor, pero no desde un principio.
Hay líneas rojas que también aluden a la impasibilidad, y pasar de una queja de un cliente es una de ellas. Cuando uno de nuestros clientes nos realiza una queja, en realidad nos está haciendo un regalo. Está diciéndonos en primera persona qué ha sido lo que no le ha gustado de nuestra empresa. Debemos escucharlo, no sólo para dar buena impresión (empresa que se preocupa por sus clientes), también para aprender y no volver a cometer esos errores.
Cuando algo no va bien y hemos tenido problemas, el cliente puede venir y pedir explicaciones. Podemos caer en el error de querer disculparnos rápidamente, y no es que sea malo, simplemente es que esa personas no está desahogándose correctamente. Es mucho mejor que termine de hablar y que de esta forma podamos disculparnos (si es el caso) de una forma más sincera.
Definitivamente criticar a otros para conseguir clientes es una línea roja que no deberíamos cruzar en las ventas. Está mal criticar a otras empresas porque también da mala imagen de aquel que lo hace. No debes infravalorar a otros para quedar bien. Si es tu cliente el que critica a otros, no le sigas tampoco el juego.
Sí, todos tenemos clientes problemáticos y la verdad es que es un poco complicado trabajar con ellos, pero eso no significa que podamos decirle que han hecho algo mal. Si lo hacemos, si cruzamos esta línea, el cliente se sentirá atacado y humillado. Esto hará que el boca a boca sea aún peor.