Es cierto que el cliente no siempre tiene la razón. No obstante, hay ocasiones en las que debemos ser flexibles. Casos en los que sí tenemos que rendir cuentas, ser profesionales y dar la razón a la persona que nos ha contratado. Os doy 5 ejemplos claros, aunque evidentemente siempre hay más.
Una cosa es que el cliente venga sin ningún tipo de idea, otra muy diferente que tenga bastante claro lo que quiere. En este punto hay que saber diferenciar. Si lo que nos pide el cliente es algo completamente imposible, debemos darle toda la información e intentar convencerlo para hacer algo viable (podemos incluso renunciar a realizar un trabajo que realmente no creemos que quede bien).
Otra cosa bien distinta es que intentemos quitarle de la cabeza al cliente lo que quiere por nuestra propia comodidad. Quizá una solución sea más costosa en tiempo que otra (y menos rentable), pero esto no significa que debamos hacerle cambiar de parecer. Un buen profesional sabrá aceptar las cosas como vienen y conseguir que el cliente se sienta contento.
Como profesionales hay veces que nos encontramos con retos. Un material que no hemos trabajado nunca, por ejemplo, ¿debo ofrecerle al cliente otro material? Conectamos un poco con el primer punto. Si el cliente quiere microcemento, por poner un ejemplo, quiere microcemento. Debemos ser flexibles y realistas, si no sabemos tratar este material, podemos encontrar profesionales que sí lo hagan; y es que tanto negarnos como hacerlo sin conocimiento alguno supondría un error. Sería interesante subcontratar a un profesional en la materia, informarse, y satisfacer las demandas del cliente. Mirado desde otro punto de vista, trabajar con materiales nuevos puede ser una experiencia positiva, que, además, te abrirá futuras puertas.
La perfección no existe. Los problemas en el producto son posibles. Ojo, no hablamos de un mal montaje. Puede suceder que un material determinado llegue con defectos de fábrica. Un buen profesional debería comprobar antes de colocar, pero si se nos ha pasado por alto, y el resultado no es lo que el cliente esperaba, evidentemente aquí tiene razón. Colores que no se parecen a las muestras enseñadas, piezas que no terminan de encajar, suelos con algún tipo de defecto de fabricación. Todos estos detalles pueden ser un quebradero de cabeza al finalizar la obra, y si el cliente no está satisfecho podemos tener muchos problemas. Mejor adelantarnos, como comentaba, y revisar todo antes de su colocación. Si no, no nos quedará otra que cambiarlo.
Cuidado con este punto. Si te comprometes en hacer una obra en un tiempo determinado, es completamente normal que el cliente pueda exigirte ese plazo. Todos sabemos que siempre hay imprevistos que pueden ralentizar las cosas. En este punto, si no quieres tener problema con el cliente (que evidentemente tendría razón), hay que ser inteligente y darse un tiempo de margen. Añade siempre unos cuantos días más, dependiendo de la faena. Si terminas antes, el cliente estará mucho más contento. Si hay algún problema, contarás con margen suficiente para poder solventarlo y acabar a tiempo.
Mucho cuidado pues con esto. Calcular bien los beneficios, los imprevistos de una obra y, ante todo, cuidado a la hora de presentar totales. Un pequeño error de cálculo puede costar caro. Si hay un presupuesto cerrado, es un presupuesto cerrado. No puedes incrementarlo, sobre todo si está firmado. No solo puedes encontrarte con un cliente descontento, es que un presupuesto es como un contrato. Si lo incumples, el cliente podría ponerte una reclamación en la Dirección General de Consumo o incluso una denuncia por mala praxis.
Soy técnico en aire acondicionado, climatización, tratamiento del aire y electrodomésticos ( gama blanca). Instalación, reparación y mantenimiento.
Cuando estás empezando con tu negocio y quieres conseguir clientes,creo que es muy importante tener en cuenta los puntos del artículo y es que a mi entender es fundamental para que nuestro negocio funcione a largo plazo es no hacer los trabajos que veamos que no van a quedar bien, en los plazos de entrega buscar ser elásticos,que no somos perfectos, y sobre todo no dejarse engañar por la ilusión del beneficio rapido, no hay duros a pesetas,todo necesita su tiempo y lo que no puede ser no puede ser. Debemos estar satisfechos con nuestra labor y hacer las cosas lo mejor posible y como dice el refrán “agua que no has de beber, déjala correr” El tiempo y la experiencia son los mejores consejeros.